Los smoothies son la opción perfecta para cualquier momento del día.
Con su textura suave y cremosa, como su nombre lo indica, —smooth significa “suave” en inglés— estos batidos concentrados de frutas y verduras se han convertido en un must para quienes buscan cuidar su cuerpo sin sacrificar el sabor.
Aunque los smoothies nacieron en Estados Unidos a principios del siglo XX, fue en los años 70, especialmente en California, cuando alcanzaron su auge gracias a la tendencia de consumir alimentos más saludables.
Su popularidad creció de la mano de la licuadora, que hizo posible preparar estas mezclas nutritivas de forma rápida y práctica.
En México, el smoothie convive de la mano con el licuado, dos bebidas que a simple vista parecen similares, pero que tienen detalles que las diferencian.
Ambos usan frutas y verduras frescas, pero mientras los licuados suelen ser más dulces y con combinaciones más golosas —como helado, chocolate o galletas— los smoothies están pensados para nutrir.
Su principal diferencia es que se enfocan en balancear proteínas, vitaminas y fibras, y usan como base leche o bebidas vegetales.
Además, la textura es clave: un smoothie es cremoso y espeso, y para lograrlo se licua el hielo desde el principio, a diferencia de un licuado, que es más ligero y el hielo puede agregarse al final o no usarse.
La diferencia entre un smoothie y un licuado es que los primeros son la forma más deliciosa y nutritiva de cuidar tu alimentación y refrescarte.
Empieza hoy con un batido que marque la diferencia.