Membrillo: el membrillo, especialmente si es casero, es una combinación perfecta con el queso, un juego de texturas y sabores que si no has probado ya, deberías hacerlo.
Frutas frescas: la fruta estrella con la que acompañar el queso son las uvas.
Pero aquí el abanico es muy amplio y puedes combinar casi todo con lo que te atrevas; manzanas, peras, higos, kiwis, naranja, melocotones, cerezas, mango, granada etc.
Frutos desecados: con los frutos desecados, imaginación al poder, puedes escoger desde pasas, higos, dátiles, orejones etc.
Miel: Al igual que con la mermelada, la miel también puede aportar el toque dulce que realce los matices del queso, pruébalo con una miel casera.
Frutos secos: uno de los maridajes más comunes del queso, además del vino, son los frutos secos.
Aceitunas y otros encurtidos: cuando vamos a un bar, no es de extrañar que nos saquen una tapa o una tabla de quesos acompañado de unas aceitunas u otros encurtidos.
Salmón ahumado: si quieres un acompañamiento más sofisticado, puedes probar a acompañar los quesos más cremosos con un poco de salmón ahumado.
Pan: pan y queso, queso y pan, lo mires por donde lo mires, siempre combinan.
Aceite: ¿alguna vez has probado el queso curado tras sumergirlo un tiempo en aceite?
Hierbas aromáticas y especias: algunas especias actúan como potenciadoras del sabor, como la pimienta negra.
También puedes utilizar romero, perejil o albahaca, especialmente si vas a servir el queso en un plato de pasta o en una ensalada.
Si buscas algo para acompañar al queso curado, en este caso el pimentón con un poco de aceite resulta perfecto.