Los zumos, a pesar de no ser un sustituto de la fruta natural, continúan siendo un producto de consumo habitual en el hogar y que también puede tener cabida en una dieta saludable.
Un zumo casero siempre será más sabroso y probablemente más sostenible, pero no se puede negar la comodidad del formato envasado listo para tomar.
Se aconseja consumir un zumo abierto un un plazo de tres a seis días.
De media, los fabricantes aconsejan consumir en un plazo de tres a seis días, según el fabricante y el tipo de zumo; siempre refrigerados.
En el caso de los zumos que se comercializan refrigerados, lo recomendable es consumirlo antes de tres días, y también algunas variedades de frutas más perecederas pueden ser más sensibles que los cítricos.
Los zumos cítricos o que añaden acidulante o vitamina C pueden también aguantar algo más, ya que los ácidos antioxidantes de estas frutas ayudan a retrasar esa oxidación.
Y si tiene un aspecto sospechoso, emite un olor demasiado fuerte o agrio, sabe amargo o tiene sustancias extrañas, aunque solo hayan pasado 24 horas, lo mejor es desecharlo.
En cualquier caso, repetimos, hay que aplicar el sentido común.
El zumo se irá degradando, oxidando, perdiendo cualidades organolépticas de textura, sabor y color, aunque todavía pueda ser consumido sin ningún riesgo sanitario.
No olvidemos que la conservación también depende de factores externos como la temperatura ambiente exterior, la potencia de la nevera, las veces que se abre y se vuelve a cerrar el envase, si se ha roto el tapón, el tiempo que se deja abierto fuera del frigorífico, etc.