El origen del pastrami viene del verbo rumano "a pastra", que significa conservar.
Este corte de carne roja sometido a técnicas de marinado y ahumado antes de cortarse en finas lonchas, fue una de las recetas que viajó con los emigrantes judíos rusos, alsacianos y alemanes que desembarcaron en el puerto de Nueva York en el siglo XIX para empezar una nueva vida.
Con el tiempo, la cocina judía lo extendió por todo el territorio y acabó convirtiéndose en un clásico en la Gran Manzana, en dónde se suele tomar, en restaurantes y delis en formato sándwich con pan de centeno, chucrut, mostaza y pepinillos.
La primera degustación de pastrami de salmón salvaje fue ofrecida en una cena privada en la Embajada de Estados Unidos en Lisboa y la acogida fue tan buena que está previsto volver a ofrecerlo en un evento privado en la Embajada de Estados Unidos en Madrid el próximo 6 de junio.
En la fase inicial, sustituye el marinado por una salmuera y cubre los lomos de salmón, que previamente han sido limpiados y desespinados, con una mezcla de perejil, chalotas, cilántro, sal marina y azúcar moscovado.
Dos días después, limpia los lomos, los unta con una mezcla de melaza y un jarabe de cerveza, los cubre de nuevo con un combinado de cuatro especias, los ahuma y los deja que reposen dos días más.
El cocinero americano tarda una media de cuatro días en preparar el pastrami de salmón salvaje.
Byron está empleando ejemplares de salmón salvaje frescos ya que la temporada acaba de arrancar en Alaska.
Son piezas de entre 7 y 9 kilos con una textura muy firme y un sabor que se potencia con la mezcla de especias que utilizo.
En ambos casos ahumo en frío, con madera de pacana, empleo el mismo tiempo que con la carne y busco un ahumado delicado, que se quede solo en la superficie y que no sea muy invasivo.