El miso es una pasta hecha a base de frijoles de soya y fermentada con sal, agua y koji durante mínimo 6 meses o un año.
Y el koji es un cultivo que nace de inocular arroz o frijoles de soya cocinados con un hongo llamado aspergillus oryzae.
El miso es salado pero también un tanto dulce, y se utiliza para realzar el sabor de diferentes preparaciones y también hacerlos un poquito más interesantes y complejos.
Existen muchísimos tipos de miso pero se pueden englobar en 3 principales: Miso blanco o Shiro Miso: se fermenta por un año y es el más joven de todos.
Miso amarillo: es una mezcla entre miso blanco y miso rojo, también suave y versátil.
Miso rojo: tiene un color bastante oscuro entre rojizo y marrón y es mucho más intenso que los anteriores por ser fermentado por 3 años.
Es perfecto para utilizar en sopas, para marinar carnes o para utilizar en guisos y debe utilizarse en menor cantidad.
Uno extra, especialmente porque lo tengo en mi casa, es el Hacho miso.
Es un tipo de miso rojo que se produce en una pequeña localidad de Japón de una forma muy tradicional y artesanal, y resulta en un miso intensísimo, de color casi negro, salado y perfecto para salsas, sopas, marinadas y platos con fideos.