El territorio chileno se caracteriza por su gran variedad de paisajes.
Desde el punto de vista morfológico es posible distinguir tres grandes entidades o unidades de relieve, a saber: Cordillera de los Andes, Cordillera de la Costa y al centro la Depresión Intermedia.
Un cuarto rasgo lo constituyen las planicies litorales, aun cuando su desarrollo varía en importancia y continuidad a lo largo del país.
La hidrografía chilena presenta características singulares según la región natural que se estudie.
Estas condiciones se relacionan principalmente con factores como clima y relieve, los cuales influyen en aspectos como régimen y caudal.
La conjugación de los elementos morfológicos y climáticos generan a grandes rasgos cinco unidades naturales en sentido norte-sur, estas son: Norte Grande, que comprende las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta; Norte Chico, regiones de Atacama y Coquimbo; Zona Central, regiones de Valparaíso, Metropolitana de Santiago, del Libertador Bernardo O´Higgins, del Maule y del Biobío; Zona Sur, regiones de la Araucanía, de los Ríos y Los Lagos; y Zona Austral, regiones de Aysén y Magallanes y Antártica Chilena.
Todas las características antes mencionadas, junto con la localización de los recursos minerales, permiten entender la distribución de la población a lo largo del territorio nacional.
Así en el norte chileno, la población se concentra en la costa y en los enclaves mineros del interior, y en la Zona Central y Sur se distribuye de manera un poco mas dispersa gracias a las condiciones naturales que permiten la existencia de actividades silvoagropecuarias e industriales.
Sin embargo hay que señalar que a pesar de ello, la población esta desigualmente distribuida.
Según el censo de 2002, de los 15.116.435 habitantes, el 86,6% correspondía a población urbana y el 13,4% de población rural.